Me acostumbré a no sentir. Me acostumbré a ver y a repetir. Me acostumbré a creer que quizás yo era la que se encontraba mal. Me acostumbré que hasta la música llegue a dejar de sentir.
Ahora me veo, y se que esta mal haber dejado de escucharme a mi por escuchar a otros.
Adam Hipps (American, b. Asheville, NC, USA, based Savannah, GA, USA) - Passing Through series, Photography
blue celeste
Advertencia: persona curiosa con inquietudes emocionales que vengan del mundo exterior. Se recomienda usar pizza para aclaraciones y ser "genuino".
¿Acaso habrá una cosa que no sepas de mi?
Feeling your fingers burn to draw~
how have you been?
Capítulo 1
He perdido la cuenta de a cuántas personas les he contado nuestra historia según mi versión, pero no he logrado que se pierda la sonrisa cada que lo menciono. Espero en estas ocasiones dejar todas esas sensaciones aquí.
Creo que Él es mi primer amor. Fue un amor de verano, el verano de mis 19 años. Y también creo que es hora de escribir sobre él para poder volar a otros cielos y tomar nuevas manos como hace mucho él leyó en mi, aunque no fue me intención.
Lo conocí en el último día de un curso de bocetaje que había durado unos 3 meses. Ésa noche de regreso al transporte colectivo hablamos y reímos. No sabía que había risas tan maravillosas en el mundo, o que aún hubieran algunas que contagiaran vida. Ésa fue la primera vez que anduve por calles prenocturnas en su compañía.
La siguiente vez que lo conocí fue en mi taller: se había metido a visitar a unos amigos, lo cuál me hizo pensar en lo bonito que es cuando alguien te quiere tanto y te extraña aún más que te va a visitar, donde quiera que estés. Sentí celos. Ojalá alguna vez él hiciera eso por mi, recuerdo que pensé.
Pero ni siquiera somos amigos, claro que no tiene sentido. Él es un muchacho que me da la impresión de guardar muchas ocasiones y experiencias en sus silencios y sonrisas peculiares. Tomaría tiempo, me digo, un tiempo que sola no podré completar y no deberé de forzar. Una niña en ese entonces todavía que no sabría lo que desataría. En otro de esos días, estaba frente a mi taller desayunando cuando alguien me tapó la vista. Fue extraño para mi desear pensando que fuera Él. Sabía que no era posible. Así que dije otro nombre, pero las manos siguieron en mis ojos. Murmuré otro, lo mismo. Uno más, y tampoco. Me reí y entonces la persona me soltó de su agarre. La persona era Él. Casi me atraganto con mi jugo.
Más tarde, en el descanso de mi primer año en la carrera, la ansiedad y la depresión harían las primeras incisiones en mi vida. El pasado terminó por encontrarme, involucrando a gente de mi presente que me dió los ánimos y la fortaleza para seguir, aunque también la determinación para saber qué haría en caso de que mi Plan A no funcionara. Fue entre canciones en compañía de un amante de los dinosaurios que supe que si en dos días mi nombre no aparecía en la lista de aceptados, no lloraría. Sólo debía intentarlo más fuerte, y así puse un trazo en mi cabeza de lo que debía de hacer a continuación.
Un mensaje en el que le agradecía por su amistad y que lamentaba que no lográramos estar más tiempo juntos fue lo que le envie en esa noche de junio. Él me preguntó el ¿por qué? inicial de toda esta historia que apenas empezaba a despegar y yo ni lo había notado. Yo sólo dije que lo sabía. No podía decirle que mi intuición me lo aseguraba, que lo sentía en la frialdad de mis manos, en el plan que había trazado. Él propuso que nos viéramos ese viernes para hablar de esto. Admitiré que nadie había hecho eso por mi antes. Me conmovió.
Fue un viernes, a las seis de la tarde que nos encontramos para caminar sin rumbo fijo por las calles que él conocía y abarcaba con sus largos pasos, mientras que yo sólo recordaba vagamente al recorrer en auto. Inumerables historias, recuerdo que reímos, que el ambiente era húmedo, que las casas mudas nos veían pasar por sus fachadas y andar casi rítmicamente. Habíamos estado caminando bajo sendas sombrillas, pero después de notar que la lluvia no era tan densa y que mi paraguas se atoraba cada dos por tres con una reja o una rama, desistí y lo guardé. Él hizo lo mismo. Entramos a una librería, caminamos, reímos, nos parábamos en los cruces, teníamos cuidado. Me matenía del lado de las paredes y no de la calle. Un gran detalle. Así llegamos a La Estafa de Luz. Era un buen ambiente. Reíamos y... acabo de recordar que bromeamos sobre sus piernas por tanta caminata y que podría patear a cualquier ladrón si se lo propusiera. Bajamos un poco rápido, pero luego corrimos para ver quien llegaba primero a la suavicrema ésa. No recuerdo quién ganó, sólo que salió un policía en una esquina y nos dijo que no podíamos acercarnos. Un poco indigados regresamos hacia la cima de las escaleras, pero seguíamos de buen humor.
La ciudad era como una nueva ciudad que nunca antes hubiera visto. Puede que fuera por verla apenumbrarse poco a poco, por las luces que se multiplicaban en los charcos de las calles, por las calles que nunca había disfrutado caminando, o por que era lo más parecido que había hecho para estar cerca de una de mis metas: recorrer la capital de mi país, sus calles, de noche, en compañía de alguien a quien apreciara muchísimo.
También recuerdo que dieron las seis y media, las siete, las siete y media, debía de regresar a las ocho. Las ocho y seguíamos caminado. No quería que me viera como una niña que debía de regresar con sus padres, que tenía hora de queda, que debía de irse. Quería estar más tiempo con él. En eso, comenzó a llover. Yo ni siquiera sabía en dónde estábamos, me entró cierto pánico porque mi padre había estado llamando y yo no había contestado. Entonces él tomó las riendas y me guió de regreso a un metro. Fueron como 20 minutos llenos de felicidad angustiada o anguistia feliz, la que sea, pero en definitiva tenía angustia por mis padres y felicidad por estar con él. Al llegar al metro, se disculpó por mantenerme tan noche en la ciudad, y me deseó que regresara con cuidado. Yo sonriente le dije que sí, y me fui corriendo para encontrarme con mi papá.
-¿Al menos valió la pena?, me preguntó mi padre después de haber estado casi media hora en silencio desde que me reuní de regreso con él. Estaba enojado, se le notaba en sus cejas que me había heredado y solamente lo contentaba el hecho de que me había llevado la sombrilla (que no había usado). Lo miré. -Sí, contesté midiendo mi emoción vocal: lo suficientemente avergonzada por haber llegado una hora tarde, pero lo suficientemente contenta por la experiencia. -Lo valió.
Al llegar a casa, me explayé un poquito más con mi mamá. -De verdad, recuerdo que dije, si sólo hubiera estado una hora con Él habría valido totalmente la pena una y otra vez.
Sin duda alguna, me había enamorado. Yo, la que había sido una completa y total rompecorazones desde que tenía memoria, la que se había mantenido fuera del alcance de cualquiera y que creía que ya se había enamorado en el pasado, descubrió que no era así. Había estado equivocada todos estos años, negada al paraíso que creía una invención del burgués. Y estaba por descubrir que la Vida se cobra todos los juegos a los que uno entra.
The timid fan-girl who loves to draw and write. ff.net Nerondy Nainfor
182 posts